Colaboración

La mayorĆa de nuestra atención es brindada por trabajadores de salud comunitarios que hablan los idiomas de nuestros pacientes y entienden sus culturas. Para nosotros, asĆ ha sido siempre y asĆ serĆ”. Pero nuestros pacientes tambiĆ©n se benefician de la atención continua de un equipo de socios confiables de la Universidad de Cincinnati (en la foto de arriba).
Estos son médicos y estudiantes de medicina y salud pública apasionados por la salud global y comprometidos con cuatro visitas al año, ademÔs de consultas de telemedicina durante la pandemia del Covid-19, para atender a nuestros pacientes en las zonas rurales de Guatemala.
Después de una visita en noviembre, el equipo compartió sus reflexiones.
Estos son algunos pensamientos de Emily Furnish, mƩdica residente:
Era nuestro primer dĆa en la clĆnica de Chichimuch y me di cuenta de que estarĆamos muy ocupados. Me asignaron a trabajar en Admisión y ya habĆa una fila de pacientes afuera esperando ser atendidos. DespuĆ©s de que Kylie y yo terminamos de tomar los signos vitales y anotar las principales quejas de todos los pacientes, querĆa ayudar a ver a las personas que estaban esperando. Como no habĆa mĆ”s habitaciones privadas disponibles para las entrevistas, decidĆ comenzar a realizar visitas de pacientes en nuestro autobĆŗs. La primera mujer que vi vino a la clĆnica para hablar sobre el dolor de estómago. Tras echar un primer vistazo a la hoja de admisión, pensĆ© que la visita serĆa bastante sencilla. Nos presentamos con mi traductor, Frederick, cuando me sentĆ© en uno de los asientos del pasillo en el centro del autobĆŗs: mi nueva oficina.
A medida que avanzaba la entrevista, algo parecĆa estar mal; aunque no hablo espaƱol con fluidez, me di cuenta por su lenguaje corporal y tono de voz que habĆa mĆ”s en su mente. Finalmente dije: Ā«Este dolor te parece especialmente problemĆ”tico. ĀæQuĆ© crees que provocó todo esto?Ā» Cuando profundicĆ© mĆ”s, me reveló que el dolor de estómago comenzó despuĆ©s de que su esposo se fue de casa hace un mes y medio. Le preguntĆ©: «¿CuĆ”ndo vuelve a casa?Ā»- a lo que ella respondió que posiblemente se habĆa ido para siempre; Ć©l la abandonó y se fue sin decĆrselo, dejĆ”ndola con 7 niƱos que cuidar. Luego le preguntĆ© si tenĆa apoyo en casa, asumiendo que al menos tendrĆa a su madre, o a un amigo en su pueblo, alguien en quiĆ©n apoyarse para recibir ayuda y apoyo emocional. Tristemente, respondió que estaba realmente sola, sin amigos ni familiares cerca. Su madre vivĆa a horas de distancia a pie en un pueblo vecino, pero se sentĆa avergonzada de que su esposo se hubiera ido y no querĆa preocupar a su madre, por lo que se guardó su partida para ella.

Entonces, allĆ estaba yo, en un autobĆŗs con una paciente comprensiblemente angustiada y una traductora de 19 aƱos, que estaba haciendo todo lo posible para transmitirme el aislamiento y la desesperación de su situación. QuizĆ”s Ć©ramos las Ćŗnicas personas en las que sentĆa que podĆa confiar, un pensamiento que hizo que mi estómago se hundiera. ObservĆ© el paisaje y, por primera vez, pensĆ© que estaba apartado, incluso distante, en lugar de expansivo y hermoso. Tener que valerse por sĆ misma y sus 7 niƱos en un pueblo rural, con pocos o ningĆŗn recurso, debe haber sido mĆ”s abrumadoramente sofocante de lo que puedo imaginar.
A pesar de todas las patologĆas mĆ©dicas complejas que he visto en la residencia hasta ahora, este fue un momento en el que realmente sentĆ que no estaba calificado para brindar una atención competente. ĀæQuiĆ©n era yo, una completa extraƱa, para darle algĆŗn consejo a esta mujer? SentĆ la situación fuera de mi alcance, no estabaĀ preparada para manejar la gravedad emocional de lo que este paciente habĆa compartido. Me sentĆ©, el sol entrando por la ventana del autobĆŗs y golpeando mi espalda, escuchĆ”ndola y deseando poder hacer mĆ”s.
Ese fue verdaderamente el tema del viaje: a pesar de todo el trabajo de preparación, los suministros y la colaboración acumulada a lo largo de los aƱos con estas comunidades, todavĆa deseamos poder hacer mĆ”s por nuestros pacientes. Le dije que le darĆamos seguimiento con frecuencia, tanto a travĆ©s de Tele-Medicina como en el próximo viaje en persona. Ā«Sepan que no estĆ”n solos y que seremos su sistema de apoyo incluso cuando las cosas se pongan difĆcilesĀ». Me expresó una inmensa gratitud a mĆ ya Frederick.
MĆ”s tarde, me di cuenta de que este encuentro se trataba menos de resolver problemas concretos y mĆ”s de estar presente en el momento y tomarse el tiempo para hacer lo que nadie mĆ”s habĆa hecho: escuchar y hacer que el paciente se sintiera escuchado.
Seria ingenua al pensar que yo solo pude brindarle todo el apoyo emocional que necesitarĆ” para seguir adelante, y ciertamente no me sentĆ merecedor de su gratitud al final de la visita. Sin embargo, esa experiencia me confirmó aĆŗn mĆ”s que realmente es posible fomentar y mantener la continuidad en un entorno de salud global. Cuando revisĆ© el expediente de la paciente despuĆ©s de la visita, vi que habĆa sido paciente de la clĆnica durante varios aƱos y que muchos de nuestros residentes que se graduaron la habĆan atendido antes que yo. Con nuestro nuevo modelo de Tele-Medicina, me siento aĆŗn mĆ”s segura de que podemos brindar una mejor atención y continuidad a nuestros pacientes, no solo en tĆ©rminos de medicamentos y suministros que llevamos en los viajes durante todo el aƱo, sino tambiĆ©n brindando un espacio seguro y sin prejuicios. para que los pacientes compartan sus vidas con nosotros.
Nos sentimos muy honrados de tener mƩdicos reflexivos y talentosos como el Dr. Furnish que comparten su tiempo y experiencia con nuestros pacientes y nuestro equipo.